jueves, 5 de mayo de 2011

Escultor Fritz Lang

“La estatua, inyectada de esta mirada partida, juega, con el paradigma de la inmovilidad: tiempo-carne coagulado, metáfora de la parálisis y del trabajo de la muerte” Luis Seaone.


La escultura es un elemento que acompaña la escenografía del imaginario languiano: dotada de un alto significado y esculpida con sus propias manos y por consiguiente con sus ideas.


Las únicas esculturas que se han conseguido conservar hasta la actualidad son las creadas por el maestro Lang en 1915, en éstas se puede observar dos corrientes que serán muy utilizadas a lo largo de toda su filmografía: la primera consigue provocar miedo y reverencia, y la segunda muestra lo exótico, raro o fantástico.



“Del pintor, el director de cine necesita el conocimiento de la construcción de la imagen; del escultor, el conocimiento de la línea” Fritz Lang.


En Das wandernde Bild o en español La imagen errante (1920) ya muestra en el título del film el protagonismo de la escultura. Por otro lado, en Dr. Mabuse es llamativa la decoración de la habitación del Conde Told con mascaras primitivas y objetos exóticos: es conocido que Fritz Lang poseía una gran colección de arte que conservaba de todos los viajes realizados por los diferentes países del mundo (sobretodo por Europa).






La simbología transmitida a través de la escultura en Metrópolis (1927), quizá su obra más importante, es de destacar. Son muchos los pequeños detalles escultóricos (muchos de ellos de carácter mitológico) que acompañan a las imágenes y a la historia. Por ejemplo, los hombres negros que sostienen de rodillas una concha gigante se petrifican en figuras de arcilla que representan los siete pecados capitales.




La muerte


En la primera época alemana de Fritz Lang (1919-1933), el tema de la muerte y todo lo que ésta puede contener se encuentra en un aparente vacío o como el propio director afirmó “es una terra incognita que merece ser conquistada”. Dispuesto a afrontar este tema de la mejor manera, inicia sus estudios en el campo del psicoanálisis, para él imprescindible ya que lo considera de su dominio.


La obsesión con la muerte es casi enfermiza, como ocurrirá años posteriores con el sueco Ingmar Bergman, pero a diferencia de éste último, Lang tiene sus propias reflexiones:



“El asesinato y la violencia son innatos al hombre; todos somos asesinos en potencia. El deseo de herir y el deseo de matar están fuertemente asociados a nuestra necesidad sexual, bajo cuyo signo nadie actúa razonablemente” Fritz Lang.




En Metrópolis había una escena que contenía una estatua gigante de la cabeza de la diosa Hel o Hela, que en la mitología nórdica es la diosa de los muertos. En definitiva, si Andre Tarkosky está considerado el escultor del tiempo, se podría decir que Fritz Lang es el escultor de la muerte y el escultor del cine.

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